Conducir, mejor con gafas
Cuando conducimos prácticamente toda nuestra de nuestra atención es visual. Llevar unas gafas adecuadas, tengamos problemas de vista o no, son vitales para una conducción menos estresante y mucho más segura. Si el conductor además precisa de graduación óptica, las gafas sean del tipo que fueran deberán de estar graduadas a su necesidad.
Llevar puestas unas gafas de sol mientras se conduce evita los molestos reflejos que restan calidad a nuestra visión. Para ello deberán ser polarizadas. En general, es recomendable utilizar filtros que mantengan los colores lo más naturales posible para distinguir bien las luces de freno, indicadores de dirección, semáforos, señales de tráfico, etc. En ese sentido, los más recomendables son los cristales grises o ligeramente azulados.
Para la conducción en hora crepuscular, al amanecer o atardecer, son recomendables las gafas con filtros amarillos. Estos aumentan la sensibilidad al contraste del ojo, lo que incrementa la agudeza visual en condiciones mesópicas. Pero únicamente son aptas para esas condiciones concretas.
Si tenemos costumbre de conducir de noche, unas gafas con filtro antideslumbramiento para visión nocturna reducen las molestias de la luz directa, tales como la de los focos de los vehículos que vienen de frente o los reflejos en la calzada si estuviese mojada.
Si precisamos de cristales graduados y se tienen más de 40 años, podría ser aconsejable entonces -siempre bajo prescripción facultativa- el uso de gafas progresivas adecuadas a la conducción, dado que a medida que nos hacemos mayores nuestra visión va perdiendo enfoque con el cambio de distancias.
